lunes, 27 de septiembre de 2010

GRACIAS A REIKI

En estos años que llevo como maestra y en este sendero que comenzó a nivel consciente en 1997 ví y aprendí muchas cosas.
Ví suceder eventos extraordinarios con Reiki, sanaciones que aún a mí nunca dejaron de asombrarme por suerte, ya que siempre hay que mantener la capacidad de asombro fresca de los niños. Eso me llevó a enamorarme cada vez más de este sistema, y a medida que pasa el tiempo cada vez compruebo que todo es energía, que todo se mueve desde ese lugar.
Necesité como necesitamos todos del intelecto para comprender las cosas, los intrincados laberintos de la mente fueron pasadizos por los que anduve una y otra vez tratando de encontrar las respuestas y las soluciones a lo existencial, hasta que Reiki me dió un sacudón y me mostró sin tapujos, a cara descubierta, que somos espíritu, que la realidad es esa, que todo lo demás es, como dicen los hindúes Maya, ilusión, pura irrealidad que cubrimos muy bien con nuestros cinco sentidos para mantener la seguridad de que somos de carne y lo que importa es sólo lo material.
Ese despertar que da Reiki ya desde el primer nivel, no tiene parangón. Es cierto, son muchos los llamados y pocos los elegidos, muchas personas toman el primer nivel y quedan ahí, sin embargo, la semilla quedó, fructificará más o menos tarde, pero permanecerá hasta que llegue el tiempo de maduración exacto e individual que todos tenemos.
No se trata de sanar con las manos, se trata de un viaje iniciático hacia el descubrimiento del Ser, de ese nonato, eterno, como diría Krishna. De esa esencia divina que es quienes somos en realidad. Un viaje que sigue tan lejos como nosotros querramos llegar.
Reiki me regaló la vida, me abrió a mi misión, como lo hace con todos los que se animan a transitar un camino que lleva, ni más ni menos, que al Despertar.

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