CÓMO NOS ENFERMAN LAS EMOCIONES
¿Qué nos enferma?
En la sociedad del siglo XXI todo sucede
vertiginosamente: la tecnología avanza a pasos agigantados, casi sin darnos
tiempo de asimilar algo nuevo cuando ya otra cosa lo reemplaza, smart phones, redes sociales, todo se sabe
casi en el instante en que ocurre. Sin
embargo, esta velocidad poco tiene que ver con nuestros ritmos internos.
Nuestro cuerpo y nuestra psique están preparados para
acompañar ciclos más tranquilos, como los de la naturaleza, donde la adaptación
se produce gradualmente y todo se da de forma natural y armoniosa. El vernos
expuestos a tanta información, a las urgencias del trabajo y la familia, las
responsabilidades en todas las áreas, terminan generando altos niveles de
estrés que a su vez degeneran en enfermedad si no son tratados a tiempo.
Mientras que para la medicina alopática estamos
divididos y atomizados, para las medicinas orientales y las terapias holísticas
somos seres integrales, cuerpo-mente y espíritu en comunión, y no es posible
separar uno de otro. Si una emoción es sostenida en el tiempo lo bastante,
terminaremos enfermando del órgano que esté relacionado. Y este es un concepto
fundamental de las medicinas orientales, cada órgano está asociado a una
emoción y es el que recibe las consecuencias de nuestra carga emocional.
Somos seres energéticos, como todo lo que existe en el
Universo. La enfermedad nos habla, viene a enseñarnos algo. Esta visión,
novedosa para occidente, nos muestra una claridad profunda para nuestra
evolución. Aprender a reconocer y escuchar lo que el cuerpo nos dice es una
clave para tomar conciencia de que algo está ocurriendo más allá de lo físico. Por
eso es importante que hagamos un análisis interno de qué nos está ocurriendo en
nuestra vida en ese momento o en la etapa en la que el síntoma se haya
originado, todo lo que sucede en la mente ocurre también en el cuerpo.
¿Cómo saber qué nos dice el síntoma? Esta pregunta la
respondemos simplemente observando qué nos impide hacer y a qué nos obliga. Si
nos sentimos presionados en nuestro trabajo o familia, y estamos “hasta las
narices” de determinadas situaciones, un resfrío fuerte o gripe nos obliga a
parar unos días días y repornernos. Si acostumbramos a callar aquello que nos
pasa probablemente sufriremos con frecuencia de faringitis, laringitis o
incluso aparecerán nódulos en la garganta. Si somos de aquellas personas que “se
tragan todo” puede ser que enfermemos en nuestro aparato digestivo; los
pulmones tienen que ver con el contacto y la comunicación con el otro, los
riñones con los miedos, el hígado con la ira, el páncreas con la dulzura que
falte en nuestra vida, nuestro cuerpo expone lo que nuestra alma calla.
Un ejercicio que podemos poner en práctica es observar
nuestro cuerpo en el momento en que una emoción ocurre: un enojo repentino,
tristeza, melancolía, una emoción violenta o un momento de euforia, todo
resuena en alguna parte del cuerpo, si aprendemos a prestar atención a qué
parte mueve cada emoción tendremos un mapa que nos mostrará por dónde puede
surgir o estallar la enfermedad. Es esta una manera sencilla de conocernos y
aprender a prevenir los problemas antes de que se manifiesten físicamente.
En la actualidad tenemos a disposición herramientas
para llegar al autocontrol y el autoconocimiento, una de ellas y más que
importante es la Meditación. A través de ella vamos calmando la mente,
aprendiendo a controlarla para que no sea ella la que nos maneje. La meditación
tiene efectos muy positivos en quienes la practican, al aprender paulatinamente
a parar esa voz interna que muchas veces es como una radio encendida día y noche,
donde sin parar surgen problemas, preocupaciones y proyecciones a futuro que
nos angustian, vamos progresivamente acallándola, serenándonos, recuperando el
equilibrio interior que se manifiesta luego en cada área de la vida. Es una
práctica diaria que transforma en cuerpo y mente, aquietando las aguas
emocionales y consecuentemente produciendo un efecto rebote en el cuerpo, que
empieza a funcionar de manera más armónica.
Personalmente comencé a meditar ante un diagnóstico de colon irritable y
a los dos meses y ante el asombro de la gastroenteróloga que me atendía los
síntomas desaparecieron para nunca más regresar. Esto no significa que no
debemos cuidarnos y chequearnos médicamente, por el contrario, el control
clínico es importante y necesario siempre; pero seguramente si realizamos una
práctica meditativa diaria enfermaremos menos y nuestro estado anímico será más
alegre y optimista en general, la meditación nos torna en personas positivas,
serenas, y desde esa actitud interna los problemas se enfrentan y solucionan de
un modo absolutamente diferente.
Existen otras disciplinas que pueden colaborar en
mantenernos sanos y equilibrados: yoga, tai chi, Reiki, Oriente es prolífico en
bienestar y salud, y en los últimos años hemos recibido una numerosa cantidad
de técnicas que incorporamos en nuestra sociedad de una manera gradual pero
creciente, que ya no vemos como algo exótico o extraño sino que las integramos
en la búsqueda de una mejor calidad de vida.
Aprender a conocernos y reconocernos, escuchar nuestro
cuerpo, amarnos y valorarnos como seres únicos e irrepetibles es el primer paso
para lograr una vida larga y sana, fluír con su devenir sin obstinarnos en
mirar hacia atrás en un intento inútil de retener lo que ya no está, estar aquí
y ahora, en este presente eterno que es la única realidad que existe, aceptar
los cambios como parte natural de la vida y fijarnos metas posibles para que el
horizonte no nos muestre un futuro incierto o amenazante si no una bella
promesa por venir.
Alma Balaguer